Antecedentes históricos. Para poder realizar esta síntesis de antecedentes de la comuna, se recopilaron testimonios plasmados en libros de Don Abraham Abara, quien documentó la vida de los antepasados y forjadores de esta comunidad. Su obra comienza con la llegada de los colonos europeos, pero revela que el territorio ya estaba habitado desde hace milenios, como lo demuestran las piezas de alfarería Pitrén del Museo Municipal, con dataciones entre 1.300 y 1.700 años.
Estos hallazgos confirman la existencia de un pueblo con cultura, tradiciones, códigos y cosmovisión propios. Existen también antecedentes de la presencia mapuche durante los siglos XV–XVIII, en un territorio que se extendía desde el río Biobío hasta la actual región de Los Lagos, aunque carecemos de testimonios escritos de aquella época.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX, comenzó a poblarse un caserío con hombres y mujeres provenientes de zonas vecinas y lejanas, quienes junto a los habitantes originarios fundaron un poblado que en pocas décadas se transformó en un núcleo de intensa actividad. En 1904–1905 se edificaron confortables viviendas de uno y dos pisos, dando forma a la primera fisonomía urbana.
Los primeros colonos, al detenerse en sus labores, observaban con asombro cómo los terrenos se llenaban rápidamente de construcciones. El empuje y carácter de aquellos pioneros marcaron el crecimiento de las pampas de Loncoche y Lefcahuello, que recibieron continuos contingentes de trabajadores y colonos.
La población inicialmente llamada “Carrera” —nombre que luego daría paso al de Loncoche— consolidó su integración al Estado chileno con la llegada del ferrocarril en 1998, lo que impulsó un rápido desarrollo demográfico, económico, social y cultural.